miércoles, 6 de julio de 2011

Jidlo / Food / Comida

Para cerrar el tema de la comida (al menos por un tiempo) y evitarles una indigestión física e ideológica solo voy recomendar este curioso cortometraje del surrealista Checo Jan Svanknajer (Click sobre la imagen). 



Del mismo autor recomiendo  "Meat love", "The dimensions of dialogue", "The Flat".... y largometrajes como Alice (para mi gusto la pelicula que más justicia le hace al libro de Lewis Carroll), Little Otik o Lunacy. En realidad toda su obra (no solo fílmica) es de interés si gusta de las corrientes surrealistas.

Nota: Si usted (como yo) detesta que le cuenten partes importantes o el final de un libro, serie o película que no ha visto, no siga leyendo el material, ya que el texto que sigue contiene detalles sobre la trama. Evítese el disgusto. :D

El cortometraje está dividido por alegres y rápidas imágenes de comida en 3 partes: Desayuno (Snídaně), Comida (Oběd) y Cena (Večeře), mostrando el comportamiento humano a través de los comensales.

Desayuno (Snídaně).

Un cuarto simétrico: dos puertas, dos sillas, dos personas muy similares compartiendo la misma mesa, el mismo espacio. El desayuno consiste en un justo y simpe trueque.  El que llega deposita unas monedas en la boca del que está sentado e inmóvil y, como si de una máquina se tratara, de su tórax sale una ración de comida y bebida. Se degustan los alimentos. El que ha acabado de comer empuja el plato vacío y una serie de convulsiones indican que ahora él será la máquina encargada de alimentar al que sigue, pues el antes inmóvil recupera el control de su cuerpo y sale después de marcar la pared con un crayón para llevar la cuenta.  Una serie de procesos dan resultados concretos como una patada en la espinilla para obtener una servilleta, todos instrucciones en un letrero desgastado de tantas veces que ha cambiado de cuello. Es triste y fría esta mecanización del ser humano, no obstante, es equitativa. El único problema quizá sea la basura.


Comida (Oběd)

El tiempo pasa y llega la hora de la comida. La escena es ahora un restaurante. Dos hombres sentados esperando ser atendidos por un camarero que pasa de largo. Uno adulto y de apariencia burgués y otro joven, desaliñado y pobre. El burgués hace el ritual que le dicta la buena educación: limpia sus cubiertos y su plato. El joven hace lo mismo a su desgarbado modo. El camarero vuelve a pasar y el joven, mientras arregla las flores  toma una y del hambre se la lleva a la boca. Al verse observado, la saca y la pone de adorno en su saco. El pobre siempre quiere agradar al rico, quiere ser como él, no, quiere ser él, pero el hambre castiga sin distinguir posición económica. El rico ha tenido una idea y empieza a comerse las flores, la servilleta, sus zapatos y se da cuenta de que el otro copia todo lo que hace pero sin modal alguno. Más tarde, el hambre es tanta que pierde el decoro y se lleva la “comida” a la boca con las manos como el pobre, comiendo de modo grotesco. Desnudos, en el piso y sin nada más que comer, el rico mira al pobre con malicia y se mete los cubiertos a la boca. El pobre no duda en tragarse los suyos. El rico ha jugado bien sus cartas y ha sabido sacar provecho a esa actitud estúpida del pobre de imitarlo. Se saca los cubiertos de la boca y se dispone a comerse al pobre, desnudo y ahora también indefenso.

Cena (Večeře)

Al final, a cena: el ocaso de las conductas alimentarias. Esta vez es un acto individual. Otro burgués en la mesa, rodeado de una infinidad de condimentos que no dejan ver lo que adereza y que va a llevarse a la boca. Después de toda la preparación toma un martillo y clavos y fija un tenedor a una mano de madera, la toma se abre y se entiende que es una prótesis y que está por comerse su  amputada mano. La toma cambia y muestra a un corredor destapando una bandeja, está por comerse su pierna. Una mujer pone limón a sus senos antes de comérselos. Al final, un señor obeso y sin camisa acompaña con cerveza, queso y cigarros su plato:  sus testículos y su pene.  Se da cuenta que lo vemos y lo tapa avergonzado, como si no fuera vergüenza lo que está por hacer. No queda más que devorarse.


Cada persona es única en sus hábitos alimentarios, sin embargo, todas comparten el mismo común independientemente de la clase, el sexo, la edad, etc: el hambre. Un hambre que terminará consumiendo a (y haciendo que se consuma) la persona que la padece por no haber sabido ejercer un control sobre esta.

Buen provecho.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Porque inteligente es investigar el origen y naturaleza de lo que “se come”.

N.F.K

Mora dijo...

Que ingenua la pequeña Alicia!

Anónimo dijo...

Alicia y sus drogas.

No, la realidad es buena, es mejor.

Busca y te encontrara.

N.F.K.

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